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El chamamé copó el Guido Miranda
Con su acordeón como mejor compañía y su grupo de músicos, Fernando Chingoli Bofill presentó el sábado pasado su primer trabajo discográfico en el Complejo Cultural Guido Miranda. Lo hizo, con un invitado de lujo como es el gran trovador correntino, Mario Bofil. Así, con una sala colmada el joven que eligió también el camino de la música tuvo la oportunidad de presentar su música en el reconocido espacio cultural del Chaco.


Así fue como durante casi dos horas el chamamé copó la sala del Guido y motivó los incontenibles sapucay de una platea que acompañó con entusiasmo durante todo el espectáculo. Con una primera parte donde Mario Bofil abrió el concierto, tras calentar el escenario el joven Fernando Bofil con acordeón en mano demostró también tener los dotes y cualidades musicales en la sangre. Agradeció la calidez del público, el impecable trabajo técnico de la sala y sobre a todo a su padre por las enseñanzas musicales aprendidas.

Otro motivo de un reconocimiento de parte del público fue el anuncio del joven artista al afirmar que la totalidad de lo recaudado en el evento tendrá como destino colaborar en la construcción de la Casa Garrahan Chaco.

Ya en el tramo final y luego de presentar el disco más compartir los clásicos del chamamé, padre e hijo motivaron la emoción de un público que disfrutó en escena de la música de ambos artistas, cerrando así la función.

“Llegó el momento de que la situación se revierta. Ahora lo invito yo”, dijo con la sonrisa y picardía que caracteriza al joven músico; un atributo más que heredó de uno de los juglares más importante que nos regaló la tierra del taragüí.

“Todo esto se fue dando por haberme criado en un ambiente chamamecero y yo también quise tocar. Mis primeros maestros fueron Avelino Flores y Bruno Mendoza, mi papá me prestaba un teclado y yo iba a la capilla San Pablo, ahí está la fundación donde fui aprendiendo”, recuerda Fernando con algo de nostalgia y mucho orgullo de haber escuchado no sólo a su instinto musiquero sino también a los grandes maestros del chamamé.

Después de un tiempo dejó el teclado y a los 16 años volvió a estudiar pero esta vez con el acordeón entre las manos. “El que me enseñó fue Raúl Alonso; y ahora, después de tantos años, creo que soy un alumno de todos los artistas de este género musical y tengo la oportunidad de seguir creciendo al lado de un gran músico como es mi padre”, relata.

Sin perder la humildad, Chingoli remarca que escucha a los referentes musicales del género como Tarragó Ros, Ofelia Leiva, Teresa Parodi y, por supuesto, a su padre. “Los escucho y los cruzo en los camarines de los festivales, son artistas que ya tienen su sello en el chamamé y yo todavía no tengo ni la primera letra pero por algún lado se empieza y acá estoy, voy a presentar mi primer disco y creo que este será mi primer sello, mi primer aporte a este género que no sólo me conmueve lo hizo desde siempre-; sino que defiendo con todas mis fibras”, dice sin perder la sonrisa.


Lunes, 14 de noviembre de 2016

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