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MUSEO DE MEDIOS
Apología del Dulce Tiempo Transcurrido de Jorge Castillo
El miércoles 11, a las 20, en el Museo de Medios de Medios de Comunicación Raúl Delfino Berneri (Pellegrini 213), Jorge Castillo expondrá en el marco del ciclo El artista y su mundo sus “arte- factos”: objetos creados, integrados, con deshechos de la sociedad de consumo y resignificados. La actividad incluirá una muestra de otras cosas de su vida que lo referencian, como fotografías y filmografía
Entre sus cortos y películas se exhibirá Apología del dulce tiempo transcurrido, filmada en Rosario en época del mayo francés del `68 y cuyo título mantiene intimidad con el nombre de la muestra. EL HOMBRE Y SU HACER Dos palabras definen la vida de Jorge Castillo: pasión y acción. Cineasta pionero del Chaco, escritor riguroso – véase su fenomenal investigación en el libro Crisanto Domínguez, el que soñaba con París -, fotógrafo, psicólogo, músico, remero, periodista, batallador ambientalista desde su fundación Ambiente Total, docente, magíster y rector, Jorge Castillo es un tipo que pone fe religiosa en sus múltiples facetas y ahora, se estrena con solvencia, con estética refinada y soporte teórico, como artista de artefactos. Él define así su hacer: “escribir, filmar, fotografiar, modelar, dibujar y ahora meterme a reparar lo aparentemente irreparable como son esqueletos, desechos y descompuestos aparatos y cosas de esta sociedad de consumo que nos consume cada día, es lo más jugado que sigo haciendo”. “Desde chiquito guardé todas la porquerías que encontraba por ahí: piedritas raras, tuercas y tornillos viejos, pero también adminículos con formas raras o bellas, para mí. Y todo “por las dudas”. Es todo lo que siempre aparece cuando estoy buscando otras cosas, y que siempre sigo guardando “por las dudas”. Y creo que ahora llegó ese momento: estoy reusando y reciclando todo”, agregó. Según el artista “lo que está muerto o no servía más, ahora cambió de función o de forma, combinado con otras "chucherías" que dejan de serlo transformada por el hombre, el único animal cultural que existe, es decir, el único que puede resignificar las cosas que lo rodean, sean de la cultura o de la naturaleza hasta el infinito. Y con ello se hace o se siente un poco Dios, creando y recreando siempre. Esta es una manera sublimada de trascender, de seguir viviendo. No hay “basura”, todo puede transformarse y resignificarse. Eso es lo lindo que tenemos los seres humanos”.

Martes, 10 de julio de 2012

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