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DUELO CHAMAMECERO
Murió Constante Aguer, el poeta de Kilómetro 11
Tenía 92 años y vivía en el barrio de Mataderos en Buenos Aires. El viernes sobre la medianoche, cerró los ojos y elevó su alma hacia el cielo de los inmortales. Fue autor y compositor de más de 200 temas musicales, pero su gran obra cumbre para el chamamé fue la letra que escribió en lo que es el himno correntino.
Constante Aguer tenía 92 años y vivía en el barrio de Mataderos en Buenos Aires, barrio que lo vio nacer, partir y volver siempre. Esta vez la despedida fue definitiva y el viernes sobre la medianoche, cerró los ojos y elevó su alma hacia el cielo de los inmortales, ese cielo que trastoca la lágrima en recuerdo y más cuando uno se prende a la música para reclamarlo y mucho más todavía cuando esa música se llama chamamé. Porque Constante fue autor y compositor de más de 200 temas musicales, pero basta que se diga que fue el responsable de la letra de “Kilómetro 11” para sentarse a conversar largamente sobre su vida, con aquellas anécdotas de antaño pergeñadas junto a otro grande, don Mario del Tránsito Cocomarola. Porteño uno (de Mataderos), correntino el otro (de San Cosme de las Ensenadas), se unieron para crear el hoy denominado “Himno de Corrientes”. Nacido en Buenos Aires, hijo de padre francés, de niño tomó contacto directo con un matrimonio oriundo de Bella Vista, Corrientes y esto, según él mismo estimaba, fortaleció su vocación artística. Joven templó las primeras cuerdas de una guitarra y mozo aún, comenzó a componer canciones como “Mburucuyana” y “Belleza correntina”, por citar dos de las tantas. Probado difusor de la música suya y nuestra, la dio a conocer en sus programas de radio “Taragüi Coe” (Amanecer correntino), por LRA Radio Nacional y LS1 Radio Municipal y “Chama-mé rapere” (Por los caminos del chamamé), que se emitía por la Cadena Nacional de Radiodifusión. Para la década del ‘30 integró el famoso trío de Emilio Chamorro (Isaco Abitbol en bandoneón); en 1938 grabó sus primeros discos con los sellos Odeón y Víctor y un año después le otorgaron un premio municipal como “cantor guaraní”. La medalla de plata que recibió en esa ocasión como tantos otros reconocimientos en su quehacer artístico, fue donada al Museo Tradicionalista de su barrio, donde le gustaba hablar en guaraní con los vecinos, donde conoció a Liana Rutti, su esposa. Constante vivía en una casita como todas, pero la suya tenía la candidez de sus dueños. Esa sabrosa simplicidad se apreciaba desde la puerta de calle hasta el fondo, donde estaba el jardín y donde se erguía orgullosa una higuera. Apenas unos pasos más acá, Constante tenía una habitación donde prolijamente guardaba sus discos y sus libros. Las regalías como autor de “Kilómetro 11” llegaban desde todo el mundo al estar el tema registrado en la Sociedad de Autores y Compositores (Sadaic). En el año 1987 había estado en Australia por cuatro meses, invitado por la colonia latinoamericana que allí reside. Disertó en las Universidades de Melbourne, Adelaida, Brisbane y Nueva Gales del Sur. Fue a Canadá (Montreal, Quebec y Toronto), anduvo por Cuba, Francia, Paraguay y México. Constante puso letra a otros chamamés como “Corrientes... cual una niña”; al valseado “Sueños distantes”; a la polka “Camperita”; a la galopa “Romance misionero” y al rasguido doble “Mi palomita”. Hizo cantar a Liana Rutti (a la que bautizó artísticamente como tal, ya que su nombre es Clelia Ruttiliano). Estuvo en Corrientes varias veces y en el año 2005 el Rotary Club Río Paraná lo distinguió por su trayectoria artística. En el mes de agosto del 2009, la Cámara de Diputados de la Nación distinguió a un grupo de notables, entre ellos a Constante José Aguer. Fue una huella más para el hombre que muy joven respondió a un designio del destino y escribió la historia de amor que en cualquier idioma se canta, se baila, se vive y se siente: “Kilómetro 11”. Viajero A Constante Aguer le gustaba viajar y escribir. En sus cuadernos de apuntes registró, palmo a palmo, lo que luego editó en pequeños libros que han quedado como testimonio de su andar por el mundo. Tuve el honor de que me los obsequiara en el año 2005, cuando visité al matrimonio en su casa de la calle Araujo al 1500. “El chamamé viajero”, “Nuestro viaje a Asunción”, “La música de proyección folklórica argentina”, “Corrientes”, “Réplica a un Florilegio”, “100 años de Herminio Giménez”, “XXVI Festival Nacional del Chamamé en Federal”, “Archipiélago Las Malvinas (Coa ñane reta avei, estas también son nuestras tierras)”, “Viaje a la América del Norte”, “El chamamé en el fin del mundo” , “Chamamé en Entre Ríos” y “Los vascos en la Argentina”. El himno La historia es harto conocida pero se pide en las reuniones. Será porque después se la canta y se la escucha siempre como nueva. Don Tránsito Cocomarola escribió la música en el año 1942 y dejó la inspiración de la letra a Constante Aguer. Nada dijo de un desperfecto mecánico que “empacó” a su auto en gira de artistas por los caminos empolvados de la geografía correntina. Constante, eterno poeta, le escribió al amor, imaginó a la guaina y confió en una de-claración a la que nada falta. Pura casualidad que Constante Aguer haya trabajado toda su vida hasta jubilarse en Vialidad Nacional, como director de biblioteca del primer distrito. Pero nada casual que el tema se haya traducido al irish, inglés, francés y portugués. La afición por la música le vino de niño: padre con acordeón, abuelo cantor de un coro de iglesia en Francia, tíos con violín. En 1935 Mauricio Valenzuela llevó el chamamé a Buenos Aires y el encandilamiento fue mutuo. El chamamé hacía furor en el salón “Verdi” de La Boca y en “La enramada”, de Palermo. “Coco” estudiaba música y Constante solfeo cantado con el mismo profesor. La partitura de “Kilómetro 11” fue una tentación que no dejó pasar de largo. Constante Aguer vino por primera vez a Corrientes en el año 1950. El 19 de septiembre es el Día Nacional del Chamamé, en homenaje a don Mario del Tránsito Cocomarola, fallecido en 1974. El 31 de julio, sobre la medianoche, murió Constante Aguer. La fiesta se hará canción con bandoneón y guitarra lejos de lo terreno; a nosotros nos duele su ausencia. Moni Munilla

Martes, 3 de agosto de 2010

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