DANZA El salón de Paquita Gómez se colma de bailarinas  La escuela de baile abrió sus puertas para aportar a formación moral, física y espiritual a través de este arte. Desde pequeñas, las niñas, con zapatitos y disciplina, aprenden a darles forma y nombre a sus movimientos. La escuela de danzas Paquita Gómez inició sus clases con un salón colmado de niñas y adolescentes. En su cede de Corrientes ubicada por la calle Bolívar, entre Catamarca y San Lorenzo, las alumnas llegan hasta allí con objetivos claros y el desafío de superarse a sí mismas.
Una expresión que expone el alma con cada parte del cuerpo. Jazz, danza clásica o ritmos españoles colman el tablado. Espejos, barra, fotos de bailarinas, afiches de espectáculos, luz, y por supuesto, música. Esos elementos forman parte del salón de baile, que desde hace años alberga risas, compases de punta y taco, piruetas y vueltas.
Antes fue Paquita Gómez; hoy, Marisol Varela es la que transmite la pasión de sentir los movimientos cada vez que suena la música, y de hacer del baile una forma de recrear espacios con el lenguaje del cuerpo. La danza es una de las expresiones más completas del alma, una manifestación de lo que se siente por dentro.
Jazz, quizás clásico o ritmos españoles son los que cada tarde colman los rincones del salón.
El compromiso asumido está en cada detalle, desde los prolijos peinados con redecilla hasta la forma de acomodar cada elemento, zapatillas, castañuelas, abanicos y tutús.
En “el cofre de bailarinas” todas tratan de dar excelencia a los pasos o la posición de las manos, para transmitir esa especie de simbiosis entre música y danza.
Ala hora de bailar, las niñas ensayan en un rincón las danzas del curso e intercambian risas. Un grupo de “nuevas” mira al resto deseando aprender rápido mientras se acomodan las zapatillas. En poco tiempo, el esfuerzo dará frutos y se transformarán en bailarinas, despertando pasión en el escenario y fuera de él.
Sábado, 13 de marzo de 2010
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